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domingo, 5 de julio de 2009

Llanuras de Gizeh

Bob dejó de disparar al coche en marcha cuando este se detuvo y su motor estalló en llamas. La puerta del conductor se abrió y Bob volvió a apretar el gatillo, pero el arma no detonó ningún proyectil. Se habían acabado las balas. Se acercó, decidido al vehículo, cojeando y sangrando, cambiando el cargador, mientras lo que quedaba de Edward Chandler reptaba por la arena intentando alejarse del vehículo siniestrado.

Sin embargo, un fuerte quejido frenó la necesidad homicida del detective. Giró la cabeza a su derecha. El avión que pilotaban Lord Chapman y Nikolai yacía ardiendo como una tea deforme en mitad de la arena del desierto. No había rastro de Nikolai, pero Simon se encontraba atrapado entre el avión y la arena. El depósito de combustible no tardaría en estallar.

Bob se deshizo de su Thompson y corrió como pudo hacia el avión. Simon estaba inmovilizado, las piernas atrapadas entre el amasijo de contrachapado. Con mucho esfuerzo, Bob consiguió levantar el avión haciendo palanca con su propio cuerpo lo justo para que su amigo consiguiera arrastrarse con las manos fuera de los restos del biplano.

Sus extremidades inferiores eran dos masas sanguinolentas de carne y huesos rotos. El insoportable dolor de las heridas se reflejaba en la palidez del rostro de Simon y los gritos agónicos. Bob soltó el biplano y arrastró a su amigo unos metros del avión cuando el aparato explotó y la onda expansiva dejó a ambos en el suelo.

Con mucho esfuerzo debido al aturdimiento, Bob despegó la cara de la arena. Miró a su amigo y vio que estaba inconsciente. Pensó en Nikolai: si no había muerto en el accidente, habría muerto en la explosión. Con Simon fuera de peligro, era el momento de terminar lo que había empezado. A duras penas se puso en pie. Sacó su .45 de la cartuchera y se dirigió al coche para rematar al hombre que había causado tanta muerte, tanta destrucción tanto sufrimiento...

...pero Chandler ya no estaba. A lo lejos, una sombra draconiana se alejaba por el horizonte, rumbo al naciente sol.

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