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domingo, 5 de julio de 2009

Arkham, 1935

Harvey entró en la renovada oficina de Page & Lawrence y encontró a su compañero hablando con otras dos personas que ya conocían. Eran dos detectives de la Agencia Blackwood. Oficialmente, eran el competidor más agresivo del momento en el mercado de los detectives privados: depredadores de negocios. Muchos se lo achacaban a sus moralmente criticables métodos. Harvey lo achacaban a que eran eficaces. "Jodidamente eficaces".

Esa era la cara pública de Blackwood. Extraoficialmente, Blackwood no tendría tanto poder si no fuera por la colaboración de cierto número de particulares que facilitaban información vital para los casos de la Agencia, bastante poco habituales. Gente como Robert Page y Harvey Lawrence. Oficialmente, esta gente estaba aquí para solicitar que se convirtieran en parte de Blackwood. La realidad era otra: estaban aquí para recabar información.

-¿Esta vez qué es, Mr Sinclair? -preguntó Harvey. Uno de los visitantes habló.

-Comunicación con los espíritus, es para un caso sobre invocaciones relacionado con una de las formas de Nyarlathotep. Al antiguo método de Paul Lemond. Necesitamos a un experto en temas de parapsicología y como Lemond ha muerto, había pensado...

-Habían pensado en ir a ver a Vincent. Ya les he dicho que es inútil, enloqueció hace años.-interrumpió Bob indignado.

-¡Es absurdo, señores! Lo único que harán será perturbar más a una mente ya inmersa en un profundo sufrimiento.

-Lo queremos intentar. -Sinclair no daría su brazo a torcer.

Bob y Harvey se miraron unos segundos...

-Bueno, quizás sea hora de hacer una visita a Vin.

Llegaron en el coche de los detectives de Blackwood hasta el Sanatorio de Arkham. Y aparcaron fácilmente cerca del edificio principal.

-Y recuerde, por favor. No le hable alto, no le grite. No pierda la paciencia aunque empiece a divagar o a temblar. Si lloriquea no le toque para intentar consolarlo o intentará morderle...

Bob interrumpió las instrucciones a Sinclair cuando vio a Chapman, en su silla de ruedas en el cruce de uno de los pasillos. Estaba abatido y parecía que había llorado largo rato. Se acercó a él...

-Simon, ¿qué haces aquí?- preguntó Bob mientras se agachaba a la altura de su amigo.

-Oh, Bob... ha sido terrible... yo... lo he encontrado así cuando... Dios mío...

-Bob levantó un momento la cabeza para contemplar un instante el trajín de enfermeros que iban y venían por el pasillo. Uno de los que corría decía "que no toquen nada...". Un terrible pensamiento cruzó la mente de Bob.

"Oh, no. No, no, no, mierda, NO".

Bob corrió todo lo que sus fuerzas le permitieron, empujando a enfermos y personal médico a lo largo de su frenética carrera. Un pequeño grupo de enfermeros y psiquiatras bloqueaban la puerta de la celda de Vincent, pero se apartaron a tiempo para evitar que el detective chocara contra ellos.

Bob se detuvo bruscamente, incrédulo ante lo que veía. Vincent estaba colgado del cuello por una soga que colgaba del techo. Su cuerpo mortecino se balanceaba siniestramente de un lado para otro, en una expresión de asfixia, sí, pero también de horror.

En los ojos de Bob se agolparon las lágrimas. Las piernas le fallaron y cayó al suelo. Entonces vió un papel garabateado por una caligrafía tensa y deforme. Era la de Vincent.

¿Esperanza?, ¿propósito? ¿tranquilidad? Nada de eso tiene para mí sentido en absoluto, ahora que he contemplado las sombras tétricas entre mundos... ahora que apenas he empezado a avistar lo que se oculta entre los rincones ocultos de la Tierra.

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